Estamos
ante un ejemplo más de una persona que, desde que se jubiló con 64 años hasta
el día en el que escribí este reportaje, que tenía 86, había dedicado gran parte
del tiempo de su vida a este trabajo artesano, digno de ser visto y valorado
debidamente. Lo que Lugérico hizo, hasta su fallecimiento, fueron maquetas de
barcos, casas, la iglesia y el ayuntamiento de su pueblo, muchos carros en
miniatura, unos de par y otros de varas, la basílica El Pilar de Zaragoza, la
plaza de toros de Madrid etc. Y también, como otros artesanos de Fuentes de
Ropel, muchos aperos y herramientas de labranza.
-Mi
oficio desde joven fue el de albañil y al poco de jubilarme empecé, medio en
broma o medio en serio, a hacer este tipo de cosas. Cogí una tabla y me puse a
tallarla y a hacer figuras en ella. Luego lo hice en la puerta de casa, que se
puede decir que es mi primera obra. Después la iglesia del pueblo y, poco a
poco, he ido haciendo todo lo demás. Y así me he pasado casi veinte años,
trabajando 12 o 14 horas diarias, incluso los Domingos. He preferido esto a
pasar las horas en el bar o hacer otras cosas. Pero ahora, con la edad que tengo,
casi no hago nada y me entretengo más leyendo.
Tampoco tiene antepasados en su familia que hayan
sido carpinteros o ebanistas o que se hayan dedicado a hacer algo parecido, ni
tampoco a ninguno de sus doce hijos le ha dado por esto. Cada uno de ellos
tiene su profesión u oficio, que no tienen relación alguna con su afición de
estos últimos años. Ni tampoco con la de heladero, que también lo fue en el
pueblo.
-Aunque
trabajaba de albañil, también me dediqué a hacer y vender helados. Eran doce
hijos y había que sacarlos adelante. Ese carro que ve ahí en miniatura es el
que teníamos en casa para salir a vender helados. Esto contribuía a mejorar la
economía familiar y a vivir un poco más holgadamente.
Para hacer sus maquetas y miniaturas
utiliza madera de diversas clases, según el trabajo a realizar: de ocume,
castaño, haya, pino o encina y también algo de chopo.
Nos acercamos a
una casa de la calle Jesús Monzón Alaiz, en la que vive su hija y en la que
tiene reunida toda su obra en miniatura. Me la enseña y explica con detalle,
como puede y sabe. Veo que algunas maquetas son de bastante tamaño como la de
El Pilar de Zaragoza, la Iglesia y el Ayuntamiento de Fuentes de Ropel y la de
la Plaza de Toros de Madrid. No me extraña que su interior también se vea en
miniatura, tanto su construcción, como todas las dependencias y objetos que
tienen. Además están iluminadas con lámparas, hechas por él también, a la
escala debida.
Ayuntamiento de Fuentes de Ropel. |
Iglesia de san Pedro de Fuentes de Ropel. |
Interior de la iglesia con muchos detalles. |
La basílica de el Pilar de Zaragoza. |
Plaza de Toros de las Ventas de Madrid. |
Tiene además
varias casas y chalets, algunos construidos con ladrillos y tejas de cerámica,
aunque todo, claro está, en miniatura.
Veo también
barcos, unos veleros y otros de pesca. Ha construido trece.
Muy llamativos
son los carros de par o de varas, pintados y con todo detalle. Hasta con
animales tirando de ellos, algunos obras suya igualmente. El artesano, además
de tener varios oficios, es capaz de hacer las cosas más variadas, siempre que
las necesite, para que su obra quede más perfecta.
Barco |
Barco velero |
Carro de varas con toldo. |
Carro de varas |
Carruaje o tartana, para viajar. |
Carro de par, con redes para llevar paja. |
Maquina sembradora llevada por animales. |
La aventadora. |
Al preguntarle
si vende algo de lo que hace y tiene me dice que no, que es para sus hijos y
demás familia. De hecho ya se han llevado casi todos los carros, porque les han
gustado mucho. Me vuelve a recordar que tuvo doce hijos y que hay donde
repartir. Y todos, menos una hija que vive en el pueblo, por distintas partes
de España: tres en Zaragoza, dos en Valladolid, uno en Bilbao, etc.
Sobre la
posibilidad de hacer una exposición con su obra dice que ya se la han llevado a
Villanueva del Campo, a Manganeses de la Polvorosa y que se ha expuesto también
aquí en Fuentes. Al sugerirle hacerlo en Benavente, junto con obras de otros
artesanos, su mujer, siempre a su lado, apostilla:
-Mire, esto
hay que llevarlo en una furgoneta, porque algunas maquetas son grandes y se
pueden romper. Los otros objetos son más fáciles de llevar. Además tiene que
haber alguien que se encargue de ello y tenga mucho cuidado.
Por lo que
advierto no habrá ningún impedimento en que la gente lo vea y conozca, siempre
que se cumplan esas condiciones.
Sigo hablando
con Lugérico en presencia de su mujer y de su hija. El artesano, amante como
nadie de sus trabajos, es el que mejor los conoce, pues los ha hecho y se
pasaría horas y horas hablando de ellos.
Me comenta
algunas cosas más sobre sus maquetas. Se nota cuáles son las que más aprecia,
tal vez porque las hizo con más cariño o puso en ellas más esfuerzo y
sabiduría, como ocurre con la iglesia de su pueblo, que si en el exterior está
perfecta, tampoco en su interior falta detalle. Efectivamente ilumina su
interior y por la puerta de atrás se ven los bancos, los retablos con sus imágenes
y altares, el púlpito, los confesionarios etc.; por otra puerta se ve la
sacristía, cajoneras, atril, etc., naturalmente todo ello a tamaño muy
reducido. Como él la vio y la ve todos los días, así ha querido representarla.
No falta detalle, créanme. Para cubrir su tejado hizo 3000 tejas de madera, y
el tiempo empleado en hacer la iglesia le llevó unas 2000 horas de trabajo.
La otra obra,
a la que él también aprecia mucho, es El Pilar de Zaragoza. Eligió ésta porque
en esta ciudad viven algunos de sus hijos y la ha visitado con frecuencia. Y
allí, además de ver muchas veces la basílica y admirarla, se decidió a
representarla en maqueta, empleando en ello, según me dice, más de 3000 horas.
Y lo mismo hizo con la Plaza de Toros de Madrid, en la que no falta nada, ni
los espectadores, pues en el tendido ha colocado fotos en las que se ve todo
lleno de gente.
Me cuenta
algún detalle más como lo del interior del Ayuntamiento de Fuentes, en donde ha
querido dejar reflejada una sesión con el alcalde y los concejales, sentados en
torno a la mesa. Para ello se ha servido de diminutas figuras.
En sus
maquetas el tejado se puede levantar, en bloque o por partes, lo que le
facilitó el hacer los detalles de los interiores, que tanto llaman la atención.
Otras constan de piezas, que se pueden abrir o separar después de estar unidas,
para trabajar en el interior. Las piezas suelen ser de madera de tamaños
diversos, algunos muy pequeños. Él las ha hecho por partes que después ha
unido.
-Me he
quedado con ganas, dice finalmente, de hacer la catedral de Zamora, pero
creo que ya no va a poder ser, porque la edad no perdona, son ya 86 los que
tengo y dispongo. si no de menos tiempo, sí de menos facultades para ello.
De hecho, poco
tiempo después de hablar con él, falleció en su casa de Fuentes de Ropel. Que
este reportaje sirva de recuerdo para todos aquellos que conocieron y vivieron
con Lugérico y que, por supuesto, admiraron sus trabajos artesanos de
jubilado.