Vicente en su taller de la calle La Catalanas, junto a algunas de sus esculturas y relieves.
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“Nací en Benavente, concretamente en la
calle Matadero, en el año 1932, y he vivido siempre en esta ciudad, aunque en
distintas calles o plazas varios años: La Sinoga, plaza San Martín, Estameñas, La Viña, hasta que, ya mayor, me
establecí definitivamente en la calle Maragatos”.
No nos extraña
el que Vicente haya tenido distintas viviendas o casas, nuevas o reformadas, en
las distintas calles y que luego hayan pasado a ser de otros propietarios, pues
su oficio principal fue el de albañil, oficio que heredó de su padre, a quien
con 13 años ya acompañaba y ayudaba en el trabajo. Y ejerció de albañil hasta
su jubilación, a los 61.
Me dice
también que, cuando tenía 36 años, en 1968, trabajó a media jornada en Radio
Nacional de España en Benavente, como técnico de control y sonido. Y que,
además, sabe hacer chocolate, como lo hacía su padre y su abuelo en su propia
casa, precisamente la casa que hay junto a la ermita de La Soledad. Lo habían aprendido en
la fábrica Romero-Grande que estaba muy cerca de allí y en la que eran famosos
sus chocolates La Fama.
Doy fe de que,
por lo que cuenta, conoce bien el proceso de elaboración del chocolate de forma
artesanal y familiar, como entonces lo hacían.
Vicente conoce
muy bien Benavente, sus calles, plazas, y también a muchos de sus habitantes
sobre todo a las personas mayores. Y, como no, conoce también a sus casas o edificios más o menos
importantes, algunos ya desaparecidos, y de lo cual se lamenta. Por su parte,
ha procurado dejarlos reproducidos en piedra, a su modo y como él sabe y hace.
“Con tres años ya fui a la escuela, hasta
los 13. Siempre con Doña Agustina Losada, en la Plaza de las Gallinas. Era
una escuela privada y había que pagar. Nos enseñaba la cartilla, aprendíamos a
leer, escribir y contar. Nos ponía aquellos famosos problemas domésticos que
nos hacían discurrir mucho. Y por supuesto también aprendíamos el Catecismo. Lo
sabíamos todos de memoria. Esta fue la
preparación que tuvimos y luego a trabajar”.
Además de los
oficios citados, sobre todo el de albañil, Vicente se dedicó, y en la
actualidad sigue con ello, a esculpir y grabar en piedra inscripciones sobre
lápidas, cruces, pedestales, etc. de los cementerios, o en otros lugares.
“Resulta que el marmolista Valentín Calvo
venía de Zamora a trabajar a Benavente y con él aprendí lo de grabar las
letras. Después, con 18 o 20 años,
empecé a hacerlo por mi cuenta, precisamente cuando el señor Calvo dejó de
venir por aquí. Y desde entonces hasta la actualidad, porque, como ve, todavía
hoy sigo grabando letras”.
Efectivamente
sobre una de las mesas del taller que tiene en la calle Catalanas, hay una
lápida, traída del cementerio, en la que está grabando el nombre, fecha y lugar
de una persona recientemente fallecida.
“Esto de grabar letras fue con lo que empecé
a trabajar la piedra. Venían los de la funeraria o incluso particulares y me
hacían encargos. Yo trabajaba en casa o me iba al mismo cementerio. Y hasta me
solicitaban de los pueblos, para lo cual tenía que desplazarme, en bicicleta o
como fuese, para cumplir el encargo”.
Con sus manos
artesanas y su sabiduría práctica y experimentada va poco a poco grabando, con
ayuda del cincel, las letras sobre la piedra. “Unas más caladas y otras en relieve alto o bajo”. Con anterioridad
ha marcado con un calco colocado sobre la lápida las letras de la inscripción.
Y todo ello con las medidas necesarias y a su modo un tanto original, pues se
sirve de papel para ello
El preparar
las letras en el papel, también le lleva mucho tiempo, pues hay que centrarlas
bien y procurar que entre ellas haya la misma separación, que los espacios sean
iguales. Para las mediciones se sirve de papeles, antiguamente hasta de los
del periódico. Todo ello a su modo, muy
original por cierto.
Por allí tiene
tiras de papeles con letras de diversas formas y tamaños, y algunos calcos.
Pero también veo dibujos recortados con la figura de animales, flores,
edificios, personajes, etc. Y es que los dibujos, preparados previamente, le
sirven de modelo para hacer los relieves sobre los distintos tipos de piedra.
“Yo veo en libros o fotografías la imagen y
hago un dibujo lineal y a cuadrícula de ella. Y luego lo paso a la piedra. Algo
de esto sí que aprendí en la escuela con Doña Agustina. Hacíamos muchos dibujos
con cuadrículas. Todo esto ha sido cosa mía y, aunque empecé antes de
jubilarme, ha sido después cuando me he dedicado más tiempo a ello”.
En la pared de
su taller y también en el suelo tiene muchas y variadas piezas de relieves: Edificios monumentales de Benavente
como la iglesia de Santa María, el Torreón del Castillo, el castillo de los
Condes, la ermita de la
Soledad y desaparecidos como la iglesia de San Nicolás. Y
relieves de santos, vírgenes, personajes famosos y algunos de animales.
La iglesia de Santa María del Azogue de Benavente. |
Reproducción del antiguo Castillo de Benavente. |
Relieve del Torreón del antiguo Castillo. |
Relieve de la ermita de la Soledad. |
Las piedras
que ha utilizado son variadas, entre ellas la de Novelda, la de Villamayor, el
granito, la pizarra, caliza o arenisca, etc. Y por supuesto el mármol con el
que ha hecho algunas. Se las proporciona mármoles Furones. La mayoría son
recortes, aunque a veces le ha servido alguna pieza entera.
Grabados sobre marmol. |
Y como
herramientas se sirve de cinceles de varias medidas y de la maceta de campana.
También de escuadra, lapiceros para marcar las letras.
“Hago esto, sobre todo ahora de jubilado,
porque me gusta, me distrae y me entretiene. Me paso seis o siete horas cada
día en el taller. Y antes de comenzar con alguna pieza la he visto en algún
libro u otro lugar, la dibujo a mi modo y me meto con ella”.
Su casa de la
calle Maragatos da para la calle Catalanas y en esta tiene su taller. Lo delata
un escudo en la pared, el que corresponde al apellido Rodríguez, que es el de
su mujer Adoración, admiradora, como no podía ser menos, de lo que hace su
marido.
Y sobre el tejadillo un reloj de sol. Si la
puerta está abierta es señal evidente de que Vicente está trabajando en sus
artesanías. Suele ocurrir cuando hace buen tiempo.
Muchas
personas saben lo que hace y cómo lo hace, aunque no haya participado en
exposiciones. Además algunas piezas, elaboradas por él, se encuentran en
pueblos próximos como Villalobos, (en el monasterio de Santa Clara), en San
Agustín del Pozo, Barcial del Barco, Granja de Moreruela y Villanueva del Campo
También en
Benavente hay relieves colocados en la fachada del Casino, en La Rua, y en la
del Hogar del Jubilado, en la
Cuesta del Hospital.
Escudo de Benavente en el Hogar del jubilado. |
Escudo de Castilla y Leó |
Se lamenta de
que hace años en el Ayuntamiento no se tomasen en serio su ofrecimiento y
donación de unas piezas. Fue exactamente cuando tuvo lugar la inauguración de la
Casa Solita, que pasó a ser desde entonces
el Centro Cultural de la ciudad.
Estamos ante
un jubilado, con madera de artista, que eligió esta forma de emplear parte de
su tiempo. Con ello se distrae, se siente útil
y le llena de satisfacción.
Trabajando en su taller. |
Relieves de tema egipcio, realizados sobre pizarra. |
Aspecto que presenta una de las paredes de su taller-museo. |