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En la puerta de la Torre de los Anaya |
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Calle Libreros - Biblioteca. |
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Colegio Arzobispo Fonseca |
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Colegio Fonseca. |
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Rectorado Universidad. |
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Puerta en Claustro Universidad. Escuelas Mayores. |
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Las imágenes siguientes son de nuevos edificios, cuyas puertas tienen mirillas semejantes a las antiguas.
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En la calle Fray Luis de Granada. |
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Paseo Balmes. |
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Paseo Balmes. |
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Paseo Balmes. |
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Calle Crespo Rascón. |
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Calle Calderón de la Barca. |
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Calle Serranos. |
Las mirillas son unos pequeños agujeros, u
otros dispositivos, colocados en las puertas de las viviendas, que permiten ver
desde dentro lo que hay fuera, o al otro lado. Antiguamente en la parte
superior de casi todas las puertas de entrada a las casas, tanto en los pueblos
pequeños, como en las ciudades, las mirillas tenían forma de pequeña ventana. Y
esto sucedía también en los monasterios, conventos, palacios y casas
señoriales. Lo hemos comprobado en Salamanca. Al entrar en muchos de estos
edificios llama la atención, no sólo la puerta y sus herrajes y clavos, sino
también las mirillas, de gran variedad, y también belleza, como se puede ver en
las imágenes.
Las mirillas no dejan de ser un medio o
instrumento de seguridad. Con esta finalidad se instalaban y se instalan en la
actualidad. Y son útiles, pues a través de ellas podemos ver que personas hay
detrás de las puertas, antes de abrir y decidir cuándo hacerlo y cuando no. Ocurre
que suelen venir instaladas, ya de fábrica, en las puertas exteriores antes de
ser colocadas.
Lo tradicional es que haya un pequeño agujero
en la puerta con una especie de lente de plástico o cristal. Aplicando un ojo
sobre él se facilita ver el exterior.
En la actualidad las mirillas son más
modernas, las hay incluso digitales y con video cámara, más de acuerdo con el
progreso tecnológico.
Muy distinto a las que se ven y utilizaban en
algunos castillos y monasterios, aunque con la misma función. Se trataba de un
pequeño agujero, de dos o tres centímetros, sobre la posición que ocupaba el
que está llamando a puerta de entrada. El agujero o hueco se tapaba con una
tablilla de madera en el suelo de la planta superior. Cuando alguien llamaba a
la puerta, el dueño de la casa o castillo, en lugar de bajar a abrir la puerta,
lo que hacía era abrir la tapa para ver de quien se trataba, y observar lo que
había, a través del hueco. Si la persona era conocida bajaba la escalera y
abría la puerta. De lo contrario no lo hacía. Muchas de estas mirillas se
construyeron en el siglo XIX. La verdad es que se asemejan y cumplían la
función del portero automático de hoy.