martes, 27 de marzo de 2012

El Palomar de Carracedo de Vidriales.

Lo que queda del palomar de Carracedo de Vidriales.
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Transformador, no en uso, de Carracedo de Vidriales.
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“En Carracedo siempre hubo un palomar, pero hace ya tiempo que está abandonado y comenzó a arruinarse. Todavía se puede ver alguna de sus paredes con los nidales de las palomas”

Esto me contaba hace días un vecino. Mi pregunta sobre palomares le sirvió para recordar al de su pueblo: “Estaba construido de tapial y no era muy grande. De forma cuadrada y con un solo tejado, orientado hacia el este, como casi todos los de la zona. Sobre el tejado unas ventanas pequeñas, a modo de troneras, por donde entraban y salían las palomas, que no eran pocas, cuando el edificio se encontraba en buen estado”.

Ocurre, en todos los pueblos en los que hubo o hay un solo palomar. Los vecinos lo conocen y nombran por su dueño: el palomar de……, y además recuerdan bien su forma y tamaño y el pago o lugar en el que se encuentra. Algunos, de tanto pasar y pasear cerca del mismo, saben incluso el número aproximado de palomas que anidan en él, cuándo o qué días el dueño les lleva comida y agua, y hasta cuántas veces y cuántos pichones coge. Esto no ocurre cuando en la localidad hay o ha habido muchos palomares.

El palomar de Carracedo, como el de otros lugares, solamente existe en imágenes, o el recuerdo de los vecinos, algunos ya mayores. El paso del tiempo y el abandono lo han hecho desaparecer. Tan sólo queda parte de una pared de tierra, con los nidales. De vez en cuando muchas palomas pasan por allí, como añorando sus nidos, pero al no encontrar cobijo se alejan buscándolo en otros palomares del valle.

En las imágenes podemos ver que al lado de lo queda del palomar hay otro pequeño edificio, de forma cuadrada y no mucha altura, construido de forma singular pues, en sus cimientos y ancho zócalo es de piedra, procedente de la sierra de Carpurias, y el resto, de tierra, con adobes. Es el conocido y denominado “transformador”, un recuerdo de la época en la que la electricidad llegó al pueblo. Su interior albergaba los contadores, plomos y cables por los que salía la energía hacia los domicilios y calles.

Ojalá que los de Carracedo cuiden este edificio, un tanto singular y de gran valor testimonial, de una época pasada, que merece ser recordada y respetada. Y que no ocurra al transfromador lo mismo que al palomar.