Fidenciano e Isabel, su mujer, en el taller de carpintero donde trabaja. |
La madera
fue siempre una materia prima, necesaria y esencial en el vivir diario, y desde
la más remota antigüedad. Se utilizó siempre en la construcción de viviendas,
en los muebles para las mismas y en otros muchos momentos. Los valles de
Benavente y también las riberas de sus ríos están llenas de árboles, lo mismo
que los montes y sierras próximos a dichos valles. Las gentes del lugar se han
familiarizado con ello y algunos conocen muy bien el uso que se puede dar a la
madera, teniendo siempre en cuenta su calidad y dureza.
Todo esto
puede haber contribuido a que sean tantos los que han visto en este material
una válvula de escape y una atracción y entretenimiento para sus años de
jubilación. Porque en muchos de los pueblos hemos encontrado personas que así
lo han hecho y que se sienten muy satisfechas de ello. Lo estamos demostrando al
publicar en el blog este tipo de reportajes sobre artesanía de jubilados.
Hace
tiempo estuve en Fresno de la Polvorosa, un pueblo situado entre los ríos Eria
y Orbigo, en plena vega, aunque más
cerca de este último río. Aquí he visitado a Fidenciano Bécares Mielgo, que me
confirma lo dicho:
“Siempre
me ha llamado la atención la madera y me ha gustado hacer cosas con ella. Pero
antes de la jubilación no me fue posible, pues primero era el trabajo diario
para poder vivir y sacar adelante a la familia. Pero, ahora, paso muchos ratos
haciendo cosas. Y le digo la verdad, si volviera a empezar en mi vida laboral
me dedicaría a ello, hubiera sido un carpintero o carretero más”.
Tenía
74 años cuando lo visité, y desde que se jubiló, a los 59, le había dado tiempo
para hacer algunos muebles para la casa: mesas sillas, bancos, armarios; marcos
para cuadros; aves; matracas, carracas; algunos aperos agrícolas en miniatura:
carros, arados, yugos, y otro tipo de piezas.
Algunos de los muebles para su casa, hechos por Fidenciano. |
También ha hecho este armario. |
Y varios marcos para cuadros que adornan las paredes de la casa. |
Una de sus matracas. |
Fiden, como le llaman todos, es
natural de Fresno y desde los 14 años o incluso antes ya colaboraba en las tareas
del campo, en tierras de su familia o de otros. También fue emigrante,
concretamente en Alemania, durante siete años, trabajando en una fábrica de
ruedas para camiones y coches. Ya en España su trabajo más prolongado (estuvo
más de 20 años) fue en la desaparecida azucarera de Benavente.
A juzgar
por la perfección de algunos muebles que tiene en la galería de su casa, entre
ellos un banco y algunas sillas (la mesa se la compró aparte), hubiese sido,
sin duda alguna, un buen carpintero. Y también, como no por los demás objetos o
piezas en miniatura que se ven por allí:
“Mire, ese cuadro del pájaro
y las flores hecho con piedras pequeñas de colores y el marco de madera fue una
de la primeras cosas que hice. Y ese yugo, que está en la pared es como el que llevaban
los burros cuando íbamos con ellos al campo a arar u otras tareas. Y las
matracas y carracas las tocábamos en la Semana Santa, cuando se celebraban las
tinieblas”.
Este es el cuadro del pájaro, hecho con piedras pequeñas de colores. |
Yugos, arados y otros objetos. |
Aves, carraca, matraca y un pequeño carro. |
Su
mujer Isabel Salsón Martínez me cuenta más cosas de lo que hace o ha dejado de
hacer su marido: “También hizo y regaló para la iglesia del pueblo un Via
Crucis y dos atriles, uno de pie y otro para colocar sobre el altar. Y tenía
otras piezas muy bonitas, pero cuando vienen mis hijos, que viven en Valladolid, si les gusta
alguna, se la llevan”.
Me
dice que su marido restaura algunos muebles y pone como ejemplo y me enseña una
arca que tiene lleno de ropa en el pasillo de su casa. “Este arca estaba en
muy mal estado y fíjese cómo lo ha dejado, limpio y como si fuese nuevo. Y no
sólo por la parte exterior, sino también por el interior. Tiene ya muchos años,
pero se conserva porque es de buena madera”.
Isabel,
jubilada ya de una parte de sus tareas familiares, compatibiliza lo del hogar
con varias actividades manuales, después de haber aprendido asistiendo a cursos
de pintura y decoración en el Ayuntamiento, organizados por la Asociación de
jubilados y pensionistas de Zamora. Al tiempo que su marido me enseña sus
trabajos, ella se muestra también satisfecha con lo que ha hecho, indicándome
en cada caso la técnica empleada. Me enseña tejas, calabazas, una regadera y
algunas telas y mantones, todo decorado
o pintado por ella. También tiene algunos cuadros al óleo o con arena. Se
lamenta de que ahora ya no hacen cursos de estas cosas, sino de mantenimiento y
gimnasia, a los que no asiste porque con la edad, como a todos, le van
surgiendo algunos problemas de salud.
Teja pintada y decorada por Isabel |
Telas decoradas también por su mujer. |
Calabaza y regadera. |
Jarrón y palangana. |
Fidenciano
trabaja, de ordinario, en el taller de carpintero que tiene en un local que da
al patio de la casa. Allí veo herramientas varias, algunas manuales: serruchos,
gubias, limas, etc. Otras son o funcionan con electricidad como la que él llama
caladora, que utiliza en casi todos las piezas que hace, y un cepillo
eléctrico. En el centro del local está la mesa de carpintero con el tornillo
fijo en la misma, que le sirve para sujetas las piezas.
Ahora
tiene entre manos un perchero y algunas otras cosas, aunque a medida que pasan
los años, me dice que se siente con menos fuerzas para este trabajo, aunque lo
haga por entretenimiento y distracción.
Fidenciano con el perchero en su taller de carpintero. |
Estoy
seguro que seguirá con su afición a la madera y continuará elaborando, con ella
y su sabiduría práctica y artesana, diversos objetos, unos útiles y prácticos,
y otros simplemente bellos y que causan admiración a quienes los contemplan.
Fidenciano
y su mujer Isabel pasan en Fresno sus años de jubilados. Con sus trabajos y
aficiones, que les entretienen y son de su agrado y de los demás. Viajan poco,
algunos veranos van unos días a Alicante para visitar a algún familiar y con
más frecuencia a Valladolid en donde trabajan y viven sus hijos. Pero con más
frecuencia son estos quienes se acercan al pueblo para verlos y pasar con ellos
unos días. De hecho acaba de llegar uno, a quien me presenta y me recuerda como
uno de sus Profesores en el Instituto León Felipe de Benavente. Viene con sus
hijos casi todos lo fines de semana y sus padres, ya abuelos, se sienten
satisfechos y bien acompañados.
Y es que
muchos de los que viven habitualmente en la ciudad necesitan disfrutar, de vez
en cuando, de la tranquilidad que reina en las pequeñas localidades, como
Fresno de la Polvorosa, un pueblo situado no lejos del río Órbigo, en medio de
una rica vega, que se convierte en un vergel cuando llega la primavera.